El objetivo de un plan estratégico es transformar una organización. Medir su progreso es un paso crucial para garantizar que la organización avanza hacia sus objetivos. Un plan estratégico bien estructurado establece una hoja de ruta clara, pero sigue siendo necesario saber si las acciones puestas en marcha están transformando realmente la organización según lo previsto.
Sin un seguimiento riguroso, resulta difícil ajustar el rumbo, priorizar los recursos o corregir cualquier desviación.
Frédéric Monomakhoff nos ayuda a comprender por qué y cómo medir eficazmente el progreso de un plan estratégico, tanto si estamos empezando como si ya estamos familiarizados con este tipo de gestión.
Un plan estratégico se basa generalmente en una intención global que define la dirección que debe seguirse para alcanzar los objetivos de una organización. Se desglosa en Objetivos Estratégicos, que a su vez se desglosan en Objetivos Operativos, etc. Generalmente se estructura en Objetivos Estratégicos, que a su vez se desglosan en Objetivos Operativos. Aunque los términos pueden variar - a veces hablamos deambiciones,ejes o temas - la jerarquía sigue siendo similar, con varios niveles posibles en función de la complejidad del plan.
Para aplicar con éxito el Plan es necesario emprender "acciones" sobre el terreno. Una acción es algo que hay que hacer para lograr una transformación. El éxito del plan estratégico depende, pues, de la ejecución deacciones concretas sobre el terreno. El objetivo de cada acción es lograr una transformación tangible.
Por ejemplo, "instalar puntos de recarga para coches eléctricos" es una acción en la que el beneficio directo es la provisión de puntos de recarga, y el beneficio inducido, el impacto, es la ecologización de un parque automovilístico.
La forma más sencilla de supervisar el progreso de un plan, adecuada para las organizaciones que acaban de iniciar este tipo de enfoque, consiste en consolidar los avances declarados en cada acción.
Cada gestor de acciones debe indicar el progreso estimado de su acción de forma sencilla declarando un % de progreso. Más sencillo aún, pueden indicar un estado: por ejemplo: por iniciar (0%) - primeros pasos (25%) - acción en curso (50%) - resultados a la vista (75%) - acción finalizada (100%). Es básico, pero funciona bien. Recuerde que un plan suele constar de decenas o centenares de acciones, y que las aproximaciones a nivel de cada acción pueden compensarse entre sí.
En este caso, para calcular el progreso del plan, calculamos el progreso medio de las acciones que incluye. Si un plan tiene 3 acciones con índices de progreso del 25% y el 100%, el índice de progreso medio es del 50% (25 + 25 + 100 / 3). No es complicado.
Como no todas las acciones tienen la misma importancia, podemos añadir una noción de ponderación a cada acción, pero esto complica un poco la interpretación. Es preferible elegir valores con la misma "ponderación".
Para cada acción, y para cada plan, es aconsejable definir KPI / Indicadores de Rendimiento.
En el ejemplo de la acción "desplegar puntos de recarga de coches eléctricos", tendremos un KPI de resultado: el número de puntos de recarga desplegados y un KPI de impacto: la reducción de emisiones de CO2 vinculada a esta acción.
Para medir el progreso de la acción con los KPI, hay que definir el objetivo a alcanzar, por ejemplo 500 terminales a desplegar. Si se han desplegado 300 puntos de recarga, el progreso es del 60%. Si los bolardos se despliegan pero no se utilizan, el indicador de impacto será del 0% porque no se ahorrará CO2. Evidentemente, esto es más complicado, porque en este caso ¿cuál es el progreso de la acción? ¿el 60%? ¿el 0%? ¿la media del 30%?
Otra dificultad es que el seguimiento de KPI muy diferentes puede llevar a hacer la media entre coles y zanahorias. Si el proyecto de la "terminal eléctrica" se ha completado en un 60% y otro proyecto, cuyo objetivo es organizar sesiones de concienciación sobre el cambio climático, se ha completado en un 100%, ¿qué progresos se han hecho?
Por eso, para medir la eficacia de un plan, es preferible consolidar KPI similares. Esto será fácil, por ejemplo, en el caso de un plan de ahorro diseñado para ahorrarte euros.
Para las organizaciones maduras, familiarizadas con la evaluación, una buena práctica consiste en definir, para cada acción, un indicador de progreso que mida la consecución de las "cosas por hacer" y un indicador de resultados, el KPI.
Esto nos permitirá controlar tanto si el plan está progresando, es decir, si las acciones se están llevando a cabo con éxito, como si el plan está dando resultados mediante el seguimiento de los KPI por Área Principal.
En conclusión, medir el progreso de un plan estratégico no es sólo un ejercicio de control; es una palanca esencial para garantizar el éxito de las transformaciones que la organización desea llevar a cabo.
Tanto si utiliza un método sencillo basado en el progreso de las acciones como un enfoque más sofisticado con KPI (indicadores de rendimiento), lo importante es adaptar las herramientas de dirección a la madurez de su organización. Un seguimiento regular no sólo permite comprobar que el plan avanza, sino también maximizar su impacto tomando las decisiones necesarias en cada etapa.
Al adoptar un enfoque estructurado y medir tanto las acciones como los resultados, estará poniendo todas las posibilidades de su parte para alcanzar con éxito sus objetivos estratégicos.
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Mercredi 11 juin 2025
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